martes, 10 de marzo de 2009

...en mis sueños

- Es una lástima, pero no creo que ella pueda ir a la fiesta.

- Pues me podríais dar vuestras entradas, si vosotros no vais a mi me encantaría ir. Se lo podría decir a una amiga, seguro le apetece.



Yo me encontraba hablando sobre una super fiesta, llena de famosos y gente importante, creo recordar que se trataba de una entrega de premios. El paisaje y las palabras están algo borrosos, pero recuerdo a la perfección como me sentí, sobre todo cuando de su boca brotaron las siguientes palabras.

- ¿y por qué no voy yo contigo?

- ¿Ir nosotros dos juntos? Pensé que si ella no iba tú no irías...

Con esas palabras el corazón se me aceleró. Aquella situación era extraña, quien era ella? Y con quien estaba hablando, parecía que por un momento esa persona se hubiera transformado en otro. Cuando empezamos a hablar era alguien conocido de siempre, pero ahora, era Él. ¿En que momento empecé a hablar con él con esa cercanía? ¿Cuando nos conocimos? ¿Cuando nos volvimos tan íntimos que me tuteaba y me hablaba clavándome la mirada...?



Me sentía intimidada, temía mirarle a los ojos porque se me hacía un nudo en el estómago por las cosas que mi mente era capaz de imaginar.

- Sí sería genial, lo pasaríamos bien. ¿no crees?

- Bueno, sí... pero no estoy muy segura.

Se acercó más a mí. Yo me pegué lo más que pude a la pared, pero esta vez mirándole fijamente a los ojos. Las manos me temblaban y el corazón me latía a más no poder. Me tenía acorralada y no podía huir.

Él me miraba insinuante y un tanto desafiante. “Sabes lo que voy a hacer” me decía con la mirada, y aunque mi mente le contestaba “vete, déjame tranquila, esto no puede estar sucediendo...” mi corazón decía “adelante, lo estoy deseando, me muero porque des ese paso...”



Se inclinó delicadamente, un tanto dubitativo, me miró una última vez a los ojos, antes de fijar su mirada en mis labios para luego colocar en ellos los suyos. Yo cerré los ojos y sentí el calor de su boca. Apenas duró unos instantes, y no fue más que una caricia de nuestros labios, pero con eso era suficiente. Él sabía que con un solo roce era capaz de provocar una adicción incurable y unos deseos locos de conseguir más.

Yo me deshice del poco recato que me pudiera quedar y me lancé a sus brazos.

Nos besamos una y otra vez. Parecía que el paisaje cambiara a nuestro alrededor, todo y todos desaparecían, pero no importaba, porque nada importara mientras nuestros besos no cesaran...



Entonces desperté. Me quedé pensando en lo que había ocurrido, intentando no olvidar nada, guardar en mi memoria cada mirada, el color de sus ojos y el sabor de sus labios. El resto del día lo pasé intentando revivir aquellos besos, en vez de centrarme en mis estudios, pero era imposible, mi subconsciente los mandaba a lo más oscuro de mi mente, mientras mi corazón hacía todo lo posible por no dejarlos ir.

El corazón es traicionero y nos hace sufrir con las cosas imposibles. Eso no sucederá jamás, no podré tener ese pelo alborotado entre mis dedos ni podré notar el latido de su corazón junto al mío, porque esta mas lejos que cualquier estrella.

Pienso, “ojalá pudiera él compartir mi sueño, me vería y quizás se sentiría como yo” puede que quisiera investigar, “¿quien es esa chica con la que sueño? Quiero encontrarla, quiero verla, y quiero abrazarla...” Pero eso ya, es otro sueño.



Desde lo más profundo de mis sueños.

Nana

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