martes, 10 de marzo de 2009

Despertar

Esto, si no recuerdo mal, es de lo primero que escribí... no soy capaz de recordar cuando fue, pero parece que pasen siglos... aun así muchos sentimientos no cambian...

Esta mañana al despertar me invadió una ola de tristeza, cuando el resplandor de la ventana me hizo recordar.
Anoche tuve un sueño. Me encontraba en un verde prado, de altas hierbas y una colina que culminaba con un enorme y frondoso árbol. Rodeándome con cariño estaban tus fuertes brazos, haciendo sonrojar mis mejillas. Una suave brisa mecía los pastos, mientras sentados nos mirábamos fijamente. Podía sentir tus manos en mi piel como si formaran parte de mi, y podía escuchar tus dulces susurros en mi oído tan claramente como el canto de los pájaros en el cielo; el aire nos hacia estremecer mientras acunaba las ramas del enorme árbol.
Me tendiste tu mano para ayudarme a levantar, y al darme la vuelta aquel esplendoroso prado había sido sustituido por una tranquila playa de aguas cristalinas. Podía sentir la fina arena bajo mis pies, y el frescor de las aguas subiendo por mis rodillas.
Pececillos de colores nos acompañaban en nuestro nado, mientras el ardiente sol doraba nuestra piel. El agua era pura y azul, al mirarla reflejada en tus ojos sentía que me perdía en ellos, tan profundos como el mismísimo océano, me hipnotizaban dejándome sumida en un placentero sueño.
Una extraña sensación recorrió mi cuerpo provocándome un nudo en el estomago, y cuando volví a mirarte, tu dulce y amorosa mirada se había tornada en un grito ahogado, un llanto de desesperación que clamaba socorro. Las profundas aguas te arrastraban y por más que yo tratara de alcanzarte la fuerza de las olas nos empujaban hacia extremos opuestos. Me sentí caer por un interminable precipicio de desesperación.. y entonces desperté sudorosa en mi cama, ríos de lagrimas recorrían mi rostro, y me abrazaba a mi misma intentando imaginar que eran tus brazos.
Tras recuperar el aliento y pensar, nuevas lágrimas salieron de mis ojos, pero ya no eran por el miedo, sino provocadas por la certeza de que todo había sido un sueño, y que cosas tan hermosas no serían ciertas jamás. Me vestí y me dirigí al trabajo, con la cabeza baja y la mente en un verde prado con un enorme árbol. Así pasaron los días, deseando que llegara la noche para poder volver a verte y anhelando encontrarte despierta para no volverte a perder.

Nana

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