sábado, 25 de diciembre de 2010

Las Edades de Lulú



"Los demás me daba igual.
El pudor me estorba poco cuando me estoy divirtiendo,
y aquella noche me estaba divirtiendo de verdad."
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"Durante un tiempo intente contenerme, no abandonarme, estarme quieta, sin mostrar complacencia y con todo el cuerpo pegado a la colcha, la cabeza recta; pero advertí que mi piel empezaba a saturarse.
Conocía bien las etapas del proceso, los poros erizados al principio, después calor, una oleada que inundaba mi vientre para desparramarse luego en todas las direcciones, cosquillas inmotivadas, gratuitas, en las corvas, en la cara interior de los muslos, alrededor del ombligo, un hormigueo frenético que preludiaba el inminente estallido, hasta que un muelle inexistente pero de potencia fabulosa saltaba de pronto dentro de mí, me propulsaba con violencia hacia delante, y ése era el principio del fin, la claudicación de todas las voluntades, mis movimientos se reducían en proporciones drásticas, me limitaba a abrirme, a arquear el cuerpo hasta que notaba que me dolían los huesos, y mantenía la tensión mientras basculaba armoniosamente contra el agente desencadenante del fenómeno, cualquiera que fuera, tratando de procurarme la escisión."
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"Rodé sobre las sabanas hasta instalarme en su lado,
y me concentré en rastrear su olor.
Al final encontré una nota reveladora encima de la almohada,
atrapé con los dedos el pedacito de tela para pegarlo contra mi nariz,
y me quedé inmóvil, encogida, sonriendo,
colgada de aquel olor, dejando pasar el tiempo."

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