miércoles, 24 de junio de 2009

encuentro Nora y Jondalar

- Noria mujer, Jondalar hombre- dijo Jondalar, tendiendo la mano de nuevo hacia su seno.
El le sujetó la mano, cogió la taza y sorbió un poco, y a continuación le ofreció a ella de beber. Ella asintió, pero Jondalar le llevó la taza a la boca de modo que ella tuvo que rodear las manos de él para inclinarla y poder beber. Cuando él dejó la taza, volvió a buscar las manos femeninas y las abrió para besarle las palmas con dulzura. Jondalar subió sus manos por los brazos de ella, luego se acercó, agachándose, y le besó el cuello. Ella estaba tensa, con deseo y a la vez con temor.
Jondalar se acercó, volvió a besarle el cuello y su mano se deslizó para cubrirle un seno. Jondalar le echó la cabeza hacia atrás, pasándole su lengua por la garganta, y con la mano comenzó a desatar el cordón del cuello. Entonces movió sus labios hasta la oreja de la joven y a lo largo de la mandíbula hasta encontrar su boca, abrió la suya y le metió la lengua entre los labios.
Se echó hacia atrás sujetándola por los hombros y sonrió. Tenía los ojos cerrados, la boca abierta, y respiraba más aprisa.
Se inclinó sobre ella al empujar la camisa hacia atrás para desnudarle los hombros y descubrir los jóvenes pechos erguidos, con sus areolas hinchadas y sintió que su virilidad palpitaba. Le paso la mano por la columna vertebral y la lengua por el cuello y el pecho; al rodear la areóla sintió que se contraía el pezón y lo succiono con suavidad. Ella jadeo pero no se retiro. Jondalar succiono el otro seno, le corrió la lengua hacia arriba hasta alcanzarle la boca, y mientras la besaba la echó hacia atrás.
Abriendo los ojos, Noria le miro desde el lecho de pieles; tenía los ojos dilatados y luminosos. Los de él eran tan profundamente azules que no podía apartar la mirada de ellos.
Se inclino sobre ella, volvió a besarla y noto que ella abría su boca para tocar la lengua de el con la suya. Acaricio su seno y le paso la lengua por el cuello y el hombro. Encontró nuevamente el pezón, succionando mas fuerte al oír que ella gemía y noto que su propia respiración se aceleraba.
Acaricio su piel desnuda debajo de sus pechos hinchados hasta la cintura. Siguió bajando la mano, y al encontrar la parte interior del muslo, aparto el vello púbico suave como plumón. Noria estiro las piernas mientras él avanzaba su mano por entre sus muslos.
Se puso de pie y contemplo entonces sus curvas suaves y redondas. Jondalar retiro la correa de sus pantalones y se los bajó; la joven dio un respingo al ver el miembro hincha y erecto.
Las miradas de Noria eran atraídas por aquel miembro palpitante. Jondalar le copio la mano, haciendo que lo tocara, y sintió un loco impulso. Noria sintió la suavidad de la piel, el calor, la firme plenitud, y como el miembro se movía ansiosamente en su mano, experimento un escalofrío, una sensación aguda y notó humedad entre sus piernas.
Jondalar se tendió unto a ella y la beso con dulzura. Se sentía atraída, abrumada, y experimento de nuevo la sensación profunda y placentera. Le deseaba. Tendió la mano, cerró los ojos, abrió la boca y se estrechó más contra él.
El hombre la beso, le dejo que explorara su boca, y lentamente fue siguiendo su camino hacia la garganta; entre besos, sin dejar de utilizar la lengua en tanto le acariciaba suavemente el estomago y los muslos, la provoco un poco acercándose al sensible pezón, pero retrocedió hasta que ella le atrajo de nuevo. En aquel momento movió su mano hacia la hendidura cálida entre los muslos de la joven y encontró el nódulo pequeñito y palpitante; Noria dejó escapar un grito.
Succionándole el pezón y besándola con suavidad, fue moviendo los dedos; la joven gimió y meneo las caderas, Jondalar fue mas abajo, sintió que ella ahogaba la respiración cuando hallo el ombligo y que tensaba los músculos mientras el seguía mas abajo y retrocedía de la plataforma para quedar de rodillas en el suelo. Entonces le aparto las piernas y probó por vez primera su sal penetrante. La respiración de Noria estalló en un grito tembloroso; se puso a gemir con cada exhalación, echando la cabeza hacia atrás y adelante, avanzando las caderas para salir a su encuentro.
Con las manos la abrió del todo, lamió sus repliegues calientes, encontró el nódulo con la lengua y se puso a trabajarlo. Mientras ella gritaba, meneando las caderas, la excitación del joven aumentaba. Cuando oyó que Noria respiraba entre jadeos, rápidamente se irguió, todavía de rodillas para poder controlar su penetración. Rechino los dientes para dominarse mientras se introducía en la fuente calida, húmeda y cerrada.
Mientras Noria le rodeaba la cintura con las mientras, notó el obstáculo dentro de ella. Con el dedo, encontró nuevamente el nódulo y se movió adelante y atrás solo un poco, hasta que los jadeos de ella se mezclaron con gritos, y sintió que se alzaban sus caderas. Entonces retrocedió un poco, empujo con fuerza y percibió que había roto la barrera mientras ella gritaba de dolor y placer, al mismo tiempo que oía su propio grito tenso al aliviar su necesidad exacerbada con espasmos estremecidos.

Los hijos de la Tierra - El valle de los caballos
Jean M. Auel

1 comentario:

  1. Hola NaNa !! qué tal todo? Gracias por pasarte por mi blog y eso := No me he leido e libro pero no pinta mal haber si este verano tengo más tiempo..cuidate.

    besos.

    Violetcarsons.

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