martes, 22 de junio de 2010

extasis entre las sabanas

Con la piel erizada por tus caricias, los labios hambrientos de tus besos, y el corazón desbocado por tus susurros. Me miras a los ojos y estudias en sus profundidades ámbar, mientras yo me pierdo en tu mirada esmeralda.

Me deleito en el sabor de tus besos y su suavidad. Abrazada a tu pecho siento la fuerza de tus latidos, con su ritmo constante. En la cama somos como una pareja de baile, con movimientos suaves y sincronizados.
Tú aroma me hipnotiza, siento el calor que emite pegado a mi cuerpo como si fuera yo quien estallara en llamas. Mis manos se enredan en tu pelo alborotado y mi palidez hace contraste con el tono bronce de tu piel.
Tus manos se pasean por mi espalda desnuda haciéndome sonreír, mis pechos reaccionan al instante a tus besos. Todos mis sentidos están pendientes de tus experimentadas manos que conocen cada milímetro de mi cuerpo y saben como hacerlo temblar, mientras tu lengua juguetona me tortura sin descanso.
Esas mismas manos que entre mis muslos me hacen perder el sentido. Mi espalda se arquea mientras sonríes de suficiencia ante mi reacción a tus besos más íntimos. Disfrutas torturando mi cuerpo deseoso de ti.
Acariciándote con mi pelo mientras te beso el pecho, la barriga, el ombligo… ruges de placer por el calor de mi boca y el movimiento de mi lengua, y siento como te estremeces entre mis manos. Ahora soy yo la que tiene el control y disfruta atormentando tu cuerpo.
Rodeados de jadeos y el ronroneo del placer nos encadenamos el uno al otro. Mis piernas ancladas en tus caderas y tus manos a mis caderas, montada sobre ti perdiendo la consciencia del mundo que nos rodea, con si una muralla de fuego que nos aisla de todo.
Con un movimiento inesperado mi cuerpo aparece encarcelado entre las sabanas y el armazón que es tu pecho, rodeado por tus brazos mis pies se entrelaza a ti para no dejarte escapar.
Alcanzamos ese estado de éxtasis al que solo nuestros cuerpos unidos son capaces de llevarnos.



Nana

1 comentario:

  1. He vuelto.

    ¿Y si ya nada valiese realmente la pena?, gritar, pasa a ser alguna desesperación secundaria, bloqueadas tus palabras, se desvanecen. Y los susurros de tiempo son navajazos por la espalda…

    Violetcarsons.

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